miércoles, 13 de junio de 2012

LA BRUJERIA

Brujería

 


es el grupo de creencias, conocimientos prácticos 
y actividades atribuidos a ciertas personas llamadas brujas
 (existe también la forma masculina, brujos, aunque es menos 
frecuente) que están supuestamente dotadas de ciertas 
habilidades mágicas que emplean con diversos fines.
La creencia en la brujería es común en numerosas culturas 
desde la más remota antigüedad, y las interpretaciones 
del fenómeno varían significativamente de una cultura a otra. 
En el Occidente cristiano, la brujería se ha relacionado frecuentemente 
con la creencia en el Diablo, especialmente durante la Edad Moderna
en que se desató en Europa una obsesión por la brujería que 
desembocó en numerosos procesos y ejecuciones de brujas 
(lo que se denomina "caza de brujas"). Algunas teorías relacionan 
la brujería europea con antiguas religiones paganas de la fertilidad
aunque ninguna de ellas ha podido ser demostrada. Las brujas tienen 
una gran importancia en el folclore de muchas culturas, y forman parte 
Si bien éste es el concepto más frecuente del término "bruja", desde 
el siglo XX el término ha sido reivindicado por sectas ocultistas 
religiones neopaganas, como la Wicca, para designar a todas aquellas 
personas que practican cierto tipo de magia, sea esta maléfica 
(magia negra) o benéfica (magia blanca), o bien a los adeptos de una 
determinada religión.
Un uso más extenso del término se emplea para designar, en 
determinadas sociedades, a los magos o chamanes.
Aunque en español se utiliza en ocasiones la palabra brujo, en masculino, como sinónimo de mago, con independencia del tipo de magia que practique, el uso más frecuente del término (casi siempre en femenino) hace referencia a las personas que practican la magia negra. Incluso dentro de éstas, Julio Caro Baroja 
propone diferenciar entre brujas y hechiceras
Las primeras habrían desarrollado su actividad en un ámbito 
predominantemente rural y habrían sido las principales víctimas de las 
cazas de brujas en los años 1450-1750. En cambio, las hechiceras
conocidas desde la antigüedad clásica, son personajes fundamentalmente 
urbanos: un ejemplo característico en la literatura española es la 
protagonista de La Celestina de Fernando de Rojas. A diferencia de los 
practicantes de la magia culta, que alcanzó gran desarrollo en el 
Renacimiento, tanto la bruja rural como la hechicera urbana pertenecían 
en general a clases sociales marginadas, lo que las hacía más vulnerables 
a las persecuciones. Se cree que las artes de brujas y hechiceras eran 
transmitidas oralmente de generación en generación, por lo que todos los 
testimonios acerca de sus prácticas proceden de autores ajenos y muy a 
menudo hostiles a ellas.
Terminología: brujería, hechicería, magia
La palabra española bruja es de etimología dudosa, posiblemente 
prerromana, del mismo origen que el portugués y gallego bruxa y el 
catalán bruixa. La primera aparición documentada de la palabra, en su 
forma bruxa, data de finales del siglo XIII. En 1396 se encuentra la palabra 
broxa, en aragonés, en las Ordinaciones y Paramientos de Barbastro.
En el País Vasco y en Navarra se utilizó también el término sorgin 
(sorguín en su pronunciación en castellano), y en Galicia, la voz meiga.
En latín, las brujas eran denominadas maleficae (singular maléfica), 
término que se utilizó para designarlas en Europa durante toda la 
Edad Media y gran parte de la edad moderna. Términos aproximadamente 
equivalentes en otras lenguas, aunque con diferentes connotaciones, 
son el inglés witch, el italiano strega, el alemán Hexe y el francés sorcière.

Historia

[editar]La Antigüedad clásica


Circe ofreciendo un brebaje a Ulises, por J. W. Waterhouse.
En las antiguas Grecia y Roma,
estaba extendida  la creencia en la
magia. Existía, sin embargo, una clara
 distinción entre distintos tipos de 
magia según su intención. La magia
benéfica a menudo se realizaba
públicamente, era considerada
 necesaria e incluso existían
funcionarios estatales,
 como losaugures romanos,
encargados de esta 
actividad. En cambio, la magia realizada
con fines maléficos era perseguida.
Se atribuía generalmente 
la magia maléfica a hechiceras
(en latín maleficae),de las que hay
numerosas menciones en numerosos
 autores clásicos.
Según los textos clásicos, se creía de estas 
hechiceras que tenían la capacidad de 
transformarse en animales, que podían volar de noche y que practicaban 
la magia tanto en provecho propio como por encargo de terceras personas. 
Se dedicaban preferentemente a la magia erótica, aunque también eran 
capaces de provocar daños tales como enfermedades o tempestades
Se reunían de noche, y consideraban como sus protectoras e invocaban en 
sus conjuros a diosas como HécateSeleneDiana entre otras deidades.
Probablemente las brujas más conocidas de la literatura clásica son dos 
personajes mitológicosCirce y Medea. Las habilidades mágicas de ambas 
residen sobre todo en su dominio de las pócimas o filtros mágicos 
(phármakon, en griego). Medea, que se presenta a sí misma como adoradora 
deHécate,10 se convirtió en el arquetipo de la hechicería en las literaturas 
griega y romana. Hay menciones de brujas en las obras de Teócrito
Horacio,OvidioApuleyoLucano y Petronio, entre muchos otros. Estos autores 
hacen especialmente referencia a brujas que realizan magia de tipo erótico.
Relacionada con la creencia grecorromana en las brujas está la figura de la 
estirge, un animal nocturno que es mitad pájaro mitad ser humano que se 
alimenta de sangre (y que resulta también un precedente de la moderna figura 
del vampiro).
Los escritores antiguos fueron a menudo escépticos acerca de las presuntas 
facultades de las brujas.

[editar]La brujería en el Antiguo Testamento

En el Antiguo Testamento, concretamente en el Éxodo, se prohíbe la brujería, 
y se establece que debe ser castigada con la pena de muerte: "A la hechicera 
no la dejarás que viva" (Éxodo 22:18). Es de notar que, al igual que en la 
Grecia y Roma clásicas, la brujería aparece como una actividad 
mayoritariamente femenina.
De otras citas bíblicas (Levítico 20:27Deuteronomio 18:11-12), se 
desprende que la principal actividad de estas brujas bíblicas era lanecromancia 
o invocación a los muertos. En el Primer Libro de Samuel (1Samuel 28:1-25
se relata la historia de la bruja de Endor, a la queSaúl, contraviniendo sus 
propias leyes, recurrió para invocar al espíritu de Samuel antes de una guerra 
con los filisteos.

[editar]Brujería y cristianismo

Si bien la actitud del cristianismo con respecto de algunas prácticas mágicas, 
tales como la astrología o la alquimia, fue en ciertos momentos ambigua, 
la condena de la brujería fue explícita e inequívoca desde los comienzos de la 
religión cristiana. En la Alta Edad Media varias leyes condenaron la brujería, 
basadas tanto en el ejemplo del derecho romano como en la voluntad de 
erradicar todas aquellas prácticas relacionadas con el paganismo
Sin embargo, la actitud eclesiástica no parece haber sido demasiado 
beligerante durante la primera mitad de la Edad Media, como lo atestiguan 
documentos como el Canon Episcopi.
Como caso particular hallamos el del rey Colomán de Hungría (1095 – 1116
quien sancionó varios libros de ley bajo su reinado, y en uno de ellos se refirió 
directamente a las brujas, afirmando que estas no existían, por lo cual no se 
debían llevar a cabo examinaciones para atraparlas. En el artículo 57 de su 
Primer Libro de Ley aparece textualmente: "De strigis vero, quae non sunt, 
nulla quaestio fiat" ("Sobre las brujas, ya que éstas no existen, no se harán 
examinaciones indagando por ellas"). De esta forma, Hungría, siendo un reino 
medieval cristiano y católico, contando además con gran poder e influencia, 
se convirtió en una de las excepciones donde la brujería no fue perseguida.

En la misma línea el papa Gregorio VII le escribe en 1080 al rey de 
Dinamarca Harald Blåtand quejándose de que los daneses tuviesen la 
costumbre de hacer a ciertas mujeres responsables de las tempestades, 
epidemias y toda clase de males, y de matarlas luego del modo más bárbaro. 
El Papa conminaba al rey dano para que enseñase a su pueblo que aquellas
 desgracias eran voluntad de Dios, la cual deberían complacer con penitencias 
y no castigando a presuntas autoras.
En 1829 el novelista francés Lamothe-Langon sostuvo que la tolerancia hacia 
de las brujas por parte de la Iglesia cambió cuando la Iglesia comenzó a 
perseguir las herejías cátara y valdense. Ambas concedían una gran 
importancia al Demonio. Para combatir estas herejías fue creada la Inquisición 
pontificia en el siglo XIII. En elsiglo siguiente comienzan a aparecer en los 
procesos por brujería las acusaciones de pacto con el Diablo, el primer 
elemento determinante en el concepto moderno de brujería.
A mediados de 1970 los historiadores Cohn y Yieckhefer demostraron, 
independentemente uno de otro, que las fuentes medievales presentadas por Lamothe-Langon jamás existieron, sino que las había inventado él para sazonar su relato.
El primer caso de la quema de una bruja data de 1275 en Toulouse 
epicentro del catarismo—. El inqusidor Hugo Baniol condenó a una mujer 
enajenada mental a la hoguera luego de que esta confesó haber procreado 
un monstruo con un demonio. Doctores de la iglesia como San Buenaventura y 
Tomás de Aquino creían posible el encuentro carnal entre mujeres y demonios.
Otros tempranos y escasos informes sobre la persecución de brujas datan de 
1360 y no fue la Inquisición quien inició la persecución sino la justicia civil en 
Parece ser que la legalización de la caza de brujas tuvo su origen en las 
exigencias del pueblo, que presionaba a los tribunales civiles. Poco a poco, 
la Iglesia también hubo de adaptarse a esta corriente; pero la Inquisición no 
aparece involucrada en ese tipo de persecuciones con anterioridad al siglo XV.
La primera persona en estar en desacuerdo con este cambio de pensamiento 
fue el matemático y cardenal Nicolás de Cusa quien insistía en la no existencia 
de las brujas como seres que se transformaban en animales.
Con la Reforma Protestante la situación de las brujas no cambió; al contrario, 
Martín Lutero era un convencido sobre las existencia de los brujos e insistía 
en su persecución.
La primera persona que alzó su voz en contra de la cacería de brujas fue el 
médico protestante Johann Weyer (1515-1588). En 1563 Weyer concluyó que 
las principales acusadas de brujería eran mujeres ancianas que según él sufrían
 de "melancolía". Contra la existencia de brujas se sumaron los también 
protestantes Johann Jacob Wecker (1528-1586), Herman Witekind (1524-1603) 
y Johann Ewich (1525-1588).
Dentro de la Iglesia Católica dos figuras destacan en la lucha contra la caza de
 brujas: el español Alonso de Salazar y Frías y el jesuita alemán Friedrich Spee.
En el año 1610, en la localidad de Logroño se llevan a cabo el enjuiciamiento 
de presuntas brujas, episodio que se conoce como el Juicio a las Brujas de 
Zugarramurdi. De entre los tres inquisidores encargados del proceso se 
destacó la figura de Alonso de Salazar y Frías. Salazar se opuso a sus dos 
colegas que estaban convencidos de la culpabiliad de las supuestas brujas. 
En su informe al Inquisidor General, Salazar concluye: "No hubo brujos ni 
embrujados hasta que se empezó a hablar y escribir de ellos." Dicha 
investigación contribuyó a la definitiva abolición de las quemas de brujas en 
todo el Imperio Español.

Friedrich Spee von Lagenfeld.
Entre 1626 y 1631, en el paroxismo de la Guerra de los Treinta Años, período 
en el cual se produjeron grandes matanzas, saqueos y terribles hambrunas y 
en el cual se llegaron a darse episodios de canibalismo, príncipes católicos 
que reconquistaban territorios luteranos, llevaron adelante juicios masivos 
contra personas acusadas de brujas en la ciudad de Würzburg y en las que 
fueron ejecutadas más de 1.000 personas, hombres, mujeres y niños, 
acusados de ser brujos.
A los jucios de Würzburg asistió el jesuita alemán Friedrich Spee (1591-1635).
 Spee había tenido contacto con los pensamientos del jesuita Adam Tanner 
(Innsbruck, c. 1572-Unken, 1632), profesor de la Universidad de Ingolstadt
quien en su libro Theologia Scholastica se oponía a los juicios por brujería.
Spee actuó como confesor de algunos acusados de los Juicios de Würzburg y 
concluyó que ninguna de las personas llevadas a la hoguera era culpable de 
brujería. Sus conclusiones fueron publicadas después de su muerte en el libro 
Cautio Criminalis en el que abogaba por el fin de los juicios por brujería; esta 
obra cumplió con su objetivo y los juicios por brujería comenzaron a declinar 
en la Alemania del siglo XVII.
El Cautio Criminalis cayó en manos del jesuita e inquisidor Francesco Albizzi 
quien quedó muy impresionado por la obra y se convenció de la brutalidad de
 las cacerías de brujas. Extremadamente duro con los seguidores del 
astrónomo Galileo Galilei, a quienes persiguió, Albizzi tomó una dura postura 
en contra de la caza de brujas.
En 1631 Albizzi, por entonces nuncio apostólico en la ciudad alemana de 
Colonia, presencia con horror una quema de brujas:
Nuestros ojos hubieron de contemplar un espectáculo terrible.

A las afueras de muchas ciudades y aldeas vimos numerosas

estacas a las que habían atado a pobres y desgraciadas mujeres para quemarlas por brujas.
Francesco Albizzi
En 1636 como inquisidores, Francesco Albizzi y el cardenal Marzio Ginetti 
se opusieron a la cacería de brujas desatada por el príncipe elector 
Entre 1648 hasta 1651 de desata una cacería de brujas en la montañosa y 
aislada región de los Grisones. Los juicios se llevaron en la ciudad de Vaduz
actual Liechtenstein donde cerca de 100 «brujos» fueron ejecutados en la 
hoguera.
En 1655 Albizzi logró rescatar a quince niños, hijos de los ajusticiados en los 
Juicios de Vaduz, acusados de practicar brujería. Los niños fueron amenazados 
con padecer "executio bestialis" si no confesaban ser brujos, sin que ningún 
sacerdote confesor los asistiera. Refugiados en Milán y bajo la protección de 
Albizzi, todos los niños llevaron vidas normales.
Entre 1679 hasta 1682 se conforma un nuevo tribunal que condena a muerte a 
200 personas por brujería. Una comisión enviada por el Leopoldo I de 
Habsburgo y precedida por el Príncipe-obispode Kempten, determinó que los 
juicios fueron llevados a cabo por el señor local, el conde Franz Carl von 
Hohenems, para quedarse con las propiedades de los acusados.
 El total de 300 personas ejecutadas en los dos juicios representaba el 10% 
de la población del condado de Vaduz. El conde fue apresado y luego de su 
muerte el obispo de Kempten vende las tierras a Juan Adán Andrés de 
Liechtenstein, cuya familia da nombre a la región.
El último juicio por brujería en Alemania tuvo lugar en Würzburg en 1749, pero 
en Suiza una niña fue ejecutada por bruja en el cantón protestante de Glarus 
en 1783.
En 1944 las medium Helen Duncan y Jane Rebecca Yorke fueron las últimas 
mujeres en ser procesadas y encarceladas por el Acta de Brujería de 1735, 
aunque no por ser brujas sino por engañar a la gente haciéndoles creer que 
podían invocar espíritus. El Acta fue derogada en 1951.
En 1950, en la Alemania de posguerra, en la zona rural cercana a Luneburgo
el próspero granjero Johannes Bading denunció que sus animales morían a 
causa de un extraño gas que salía de la casa de un vecino. Bading atribuyó 
esto a vecinos envidiosos que practicaban la brujería y el propio Bading 
asesinó a una vecina con un instrumento de labranza creyéndola bruja. 
Cerca de 15 casos de brujería se denunciaron ante los tribunales de la 
región, ante la sorpresa e incredulidad de los jueces.

[editar]La brujería en Europa durante la Edad Moderna

[editar]El concepto de brujería. Orígenes y desarrollo

A finales de la Edad Media empezó a configurarse una nueva imagen de la 
bruja, que tiene su principal origen en la asociación de la brujería con el culto 
al Diablo (demoniolatría) y, por lo tanto, con la idolatría (adoración de dioses 
falsos) y la herejía (desviación de la ortodoxia). Aunque el primer proceso por 
brujería en que están documentadas acusaciones de asociación con el Diablo 
tuvo lugar en KilkennyIrlanda, en 1324-1325,21 sólo hacia 1420-1430 puede 
considerarse consolidado el nuevo concepto de brujería. Existen variantes 
regionales, pero puede describirse una serie de características básicas, 
reiteradas tanto en las actas de los juicios como en la abundante literatura 
culta sobre el tema que se escribió en Europa durante los siglos XVXVI y XVII.
Las principales características de la bruja, según los teóricos del tema en la 
época, eran las siguientes:
  1. el vuelo en palos, animales, demonios o con ayuda de ungüentos,
  2. encuentros nocturnos con el Diablo y otras brujas en el sabbat o aquelarre,
  3. pactos con el Diablo,
  4. sexo con demonios (en forma de íncubos y súcubos) y
  5. la magia negra.

Portada del Malleus maleficarum en una edición de 1669.
Esta idea de la brujería, predominante en la Edad Moderna y base de las cazas 
de brujas, era alarmante en la época, ya que se extendió la idea de que las 
brujas conspiraban para extender el poder del Diablo. La caracterización 
negativa de las brujas comparte algunas características con elantisemitismo 
(expresiones como «Synagoga Satanae», Sinagoga de Satanás, o «Shabat», 
para designar las reuniones nocturnas de las brujas), y tiene un fuerte 
carácter misógino.22 Aunque no todos los sospechosos de brujería eran 
mujeres (hubo un significativo porcentaje de hombres procesados y 
ejecutados por delitos de brujería), se consideraba a la mujer más inclinada 
al pecado, más receptiva a la influencia del Demonio, y, por tanto, más 
proclive a convertirse en bruja.
La definición de la brujería como adoración al Diablo se difundió por toda 
Europa mediante una serie de tratados de demonología y manuales para 
inquisidores que se publicaron desde finales del siglo XV hasta avanzado el 
siglo XVII. El primero en alcanzar gran repercusión fue el Malleus Maleficarum 
("Martillo de las brujas", en latín), un tratado filosófico-escolástico publicado 
en 1486 por dos inquisidores dominicosHeinrich Kramer(Henricus Institoris
en latín) y Jacob Sprenger. El libro no sólo afirmaba la realidad de la existencia 
de las brujas, conforme a la imagen antes mencionada, sino que afirmaba 
que no creer en brujas era un delito equivalente a la herejía: 
«Hairesis maxima est opera maleficarum non credere» (La mayor herejía es 
no creer en la obra de las brujas).
Tanto el Malleus como otros muchos libros que se publicaron en la época 
constituyeron el fundamento de la caza de brujas que se dio en toda 
Europadurante la Edad Moderna, especialmente en los siglos XVI y XVII
y que causó la muerte, según los cálculos más fidedignos, de unas 60.000 
personas.

[editar]Pacto con el Diablo

Se atribuía a los acusados de brujería un pacto con el Diablo. 
Se creía que al concluir el pacto, el Diablo marcaba el cuerpo de la bruja, 
y que una inspección detenida del mismo podía permitir su identificación 
como hechicera. Mediante el pacto, la bruja se comprometía a rendir culto 
al Diablo a cambio de la adquisición de algunos poderes sobrenaturales, 
entre los que estaba la capacidad de causar maleficios de diferentes tipos, 
que podían afectar tanto a las personas como a elementos de la naturaleza; 
en numerosas ocasiones, junto a estos supuestos poderes se consideraba 
también a las brujas capaces de volar (en palos, animales, demonios o con 
ayuda de ungüentos), e incluso el de transformarse en animales 
(preferentemente lobos).
La supuesta capacidad de volar también se asienta sobre algunos informes 
remitidos por los inquisidores a Felipe II tras su misión en Galicia
Tanto Felipe II como sus antecesores solicitaron a la Santa Inquisición 
investigaciones sobre la veracidad de las leyendas populares en lo que a la 
capacidad de volar se refiere. En los primeros informes se afirmaba no haber 
encontrado nada que pudiera confirmar las historias populares, pero las 
investigaciones posteriores cambiaron radicalmente y en los siguientes 
escritos los inquisidores afirmaron haber visto volar a las brujas y salir por 
las chimeneas con sus escobas.

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